Durante una excursión de clase, un grupo de alumnos entró en una iglesia para visitarla. Al pasar frente a la zona más adornada e iluminada del templo -era el altar, pero eso algunos no lo sabían- uno de los niños hizo un descubrimiento que le llenó de extrañeza. Se acercó a su maestro y señaló una especie de caja. «¿Qué hace un microondas ahí?», preguntó con los ojos fijos en el sagrario.
Anécdota publicada en Diario Vasco
Si la educación obligatoria tiene como objetivo dotar de unos conocimientos y destrezas básicas para interpretar la realidad que rodea al alumno, ¿por qué dejar al margen una dimensión, como es la religiosa? La clase de religión puede ayudar a evitar estas "confusiones" que, por cierto, todo apunta a que cada día serán más frecuentes.
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