No hay nada mejor que los testimonios personales para hablar de temas como el dolor o el sufrimiento y para mostrar cómo la fe ilumina también esas situaciones, posibilitando vivirlas con sentido. Y mucho mejor si ese testimonio proviene de una persona joven para poder hablar de ello con los alumnos.
Miriam Fernández es una joven cantante que saltó a la fama en el año 2008 después de triunfar en la segunda edición del concurso televisivo "Tú sí que vales". Se ganó el favor del público por su gran voz y por su testimonio de superación personal tras nacer con una parálisis cerebral que la impide caminar sin ayuda de su andador. Su interpretación de la canción "Un nuevo día", compuesta por ella misma y que recoge gran parte de su actitud ante la vida, ha recibido cientos de miles de visitas en YouTube:
No se entendería su historia personal sin su experiencia de fe, como bien se recoge en una entrevista reciente en La Razón. En dicho artículo, Miriam declara:
"En mi vida he pasado momentos duros, como la muerte de mi padre, la de mi hermano. Son momentos de preguntarle a Dios «¿por qué?» Pero al final de todas las oscuridades siempre he visto luz, he visto que todo sirve para algo, que Dios no manda nada que no podamos soportar. Todos tenemos dones para servir a los demás. En mi disco canto: «siempre hay algo mejor por llegar». Hay momentos en que digo; «Dios, este asunto lo pongo en tus manos», y eso me da fuerza. Dios está ahí, no quiere nada malo para nadie. En esta sociedad, y a estas edades, hay que seguir creyendo".
Miriam Fernández se lanza ahora profesionalmente al mundo de la música con un primer disco, "Bailando bajo la lluvia", editado por San Pablo. Un disco que habla de temas sociales, como la defensa de la vida o el maltrato, del amor, de la familia. Miriam también ha prestado su imagen para una de las campañas de la JMJ Madrid 2011 y ha protagonizado una de las historias del programa de Antena 3 (y Coca-Cola) "Destapa la felicidad". En el vídeo hace una afirmación que invita a reflexionar:
"mi vida cambió cuando en vez de preguntarme tanto el "¿por qué a mi?", me empecé a preguntar el "para qué"
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